José Gregorio Hernández, el médico venezolano venerado como santo desde hace un siglo

16
Oct
CARACAS.- José Gregorio Hernández Cisneros, el ‘médico de los pobres’, se convertirá el domingo en el primer santo de Venezuela, un país que ya desde hace más de un siglo le profesa una devoción como tal, y cuya canonización ha sido durante años uno de los pocos puntos de unión en medio de la polarización política.
José Gregorio, como la gente comúnmente lo llama, intentó entrar en la vida religiosa en dos ocasiones en sus 54 años de vida, pero, movido por la ciencia y su vocación, terminó curando a los más necesitados. Aún después de su muerte, son innumerables las sanaciones que le son atribuidas, aunque no documentadas formalmente por la Iglesia Católica.
Su canonización fue una cuestión de estado durante años en Venezuela. El presidente Nicolás Maduro la ha considerado «un acto de justicia con un hombre que en vida fue el protector de los más humildes».
El santo católico y del sincretismo
Nacido el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, un pequeño poblado del occidental estado Trujillo, y criado por una familia modesta de marcados valores religiosos, Hernández Cisneros será elevado a los altares tras el visto bueno del difunto papa Francisco en febrero pasado, mientras se encontraba hospitalizado.
Fue beatificado el 30 de abril de 2021 en Caracas luego de que Francisco reconociera el milagro concedido a la niña Yaxury Solórzano Ortega, quien recibió un disparo en la cabeza durante un asalto mientras se encontraba con su padre y a quien los médicos que la atendieron habían desahuciado.
El suceso ocurrió en marzo de 2017, en el estado central de Guárico, cuando la pequeña tenía 10 años. Después de que los médicos que la atendieron dijeran a sus padres que la niña iba a fallecer, su madre rezó a José Gregorio para su curación, razón por la que, según la versión de sus familiares, avalada por el papa, se salvó.
Pese a que el Vaticano solo ha reconocido este milagro, en Venezuela a Hernández Cisneros se le atribuyen «miles» de favores, por lo que la Iglesia local empezó el proceso para su canonización desde 1949, siendo declarado siervo de dios en 1972 y beato en 2021.
No obstante, la veneración a José Gregorio lo ha llevado también a otros altares, como parte del sincretismo en este país, convirtiendo a este médico y hombre de fe en figura infaltable en ritos de santería en los que creyentes y enfermos aseguran haber recibido la sanación en procedimientos «iluminados» por el futuro santo.
Estas creencias retrasaron quizás la canonización del médico al que muchos venezolanos se encomiendan ante cualquier diagnóstico desfavorable.
Médico de profesión, santo por devoción
Hernández Cisneros se mudó desde su natal Isnotú a Caracas a los 13 años para seguir estudiando la secundaria y se graduó de médico en la Universidad Central de Venezuela (UCV), el 29 de junio de 1888.
El hasta ahora beato intentó entrar en la vida religiosa en Italia, pero, según la Arquidiócesis de Caracas, la dificultad para adaptarse a los rigores de ese estilo de vida lo hizo desistir para continuar por el camino de la medicina, la docencia y la ciencia.
Esto permitió que Hernández Cisneros fundara la cátedra de bacteriología en la UCV, según la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (ACFIMAN) de Venezuela, que afirma que en su tiempo libre ejercía la medicina privada en su casa y las consultas eran gratuitas para aquellos que no podían pagarla.
Generosidad y veneración
Hernández Cisneros murió el 19 de junio de 1919 al ser atropellado por uno de los pocos vehículos que circulaban en la época en la capital venezolana, lo que sorprendió a los ciudadanos que lo admiraban por su generosidad y desprendimiento.
A partir de ese momento, empezó a ser venerado por cientos de personas que visitaban su tumba en el Cementerio General del Sur, en Caracas.
En una oportunidad, según explica la CEV, la cantidad de velas ocasionó un «gran incendio» que redujo la lápida a cenizas. Por esta razón, los restos del «médico de los pobres» fueron trasladados en 1975 hasta la Iglesia de La Candelaria, en pleno corazón caraqueño.